lunes, 3 de agosto de 2015

Los problemas del éxito

Este verano ha sido de mucho crecimiento para mí. Siento que he cambiado muchísimo, no soy la misma de antes; ¿por qué digo eso? supongo que tengo que explicarte lo que ha estado pasando...

Yo practico (¿o practicaba?) hip-hop. Solía practicar en mi escuela, y lo disfrutaba mucho. En mi escuela salió un concurso de baile que iba a ser en Mérida, Yucatán; tenía que ser en equipos, así que rápidamente yo me organicé con mis amigos y les dije que nos metiéramos. Todos estábamos súper emocionados, ¡íbamos a ir a Mérida todo pagado y a bailar! claro, no todos éramos seguidores a morir del hip-hop pero de alguna o de otra manera quisimos intentarlo. 

Así que fuimos a inscribirnos en nuestra escuela y nos comentaron que iban a haber cursos de baile antes de irnos para Mérida. Yo convencí a mi equipo de ir, les dije que no teníamos nada que perder y que íbamos a ir a Mérida todo pagado. 

A la primera sesión sólo fuimos dos integrantes de los cinco que éramos. Ese día estuvo muy divertido, eran como 5 instructores y nos hablaron un poco de la historia del baile y cositas técnicas del mismo; también mencionaron que para la siguiente semana teníamos que traer una pequeña muestra de nuestro baile. A la semana siguiente fuimos todos los integrantes. Lo gracioso del caso fue que ese mismo día nos inventamos nuestra coreografía; pasos por aquí, pasos por allá y listo. 

Llegamos y ¡oh sorpresa! sólo estaban dos instructores, y uno era nuevo. Él me llamó la atención bastante desde que lo vi, su mirada me cautivó porque se veía que era muy inteligente, ¿lo mejor del caso? su barba de candado bien cuidada. Así pues, nos paramos en el escenario y mostramos lo que sabíamos hacer. Fue un baile bastante rápido, y cuando acabamos el nuevo empezó a hacernos preguntas: "¿por qué esos pasos?, ¿qué significaba?, etc". Yo hablaba cuando mis compañeros no contestaban (a nadie le gusta una disque sabelotodo) y estaba que me moría de alegría. Sus preguntas eran como retos, y por obvias razones no iba a dejar que un reto me venciera. Por último el otro instructor (César) nos dijo que teníamos que tener un nombre y a lo mejor un logo, porque si pasábamos a la siguiente ronda del concurso iba a ser necesario.

Salí bastante contenta de esa sesión y con todas las ganas de pasar a la siguiente ronda. Obviamente íbamos a necesitar un logo y un nombre, porque nosotros, les íbamos a romper toda la maceta a los demás equipos. 

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Siguió pasando el tiempo y cada semana íbamos a las sesiones. Descubrimos muchas cosas sobre nuestra pasión, y yo cada vez me enamoraba más del instructor que resultó llamarse Paco. Sin embargo, yo no quería admitir que me gustaba, porque pues tenía que jugármela de líder con él, tenía que demostrar que sabía lo que hacía. Así que todo mi enamoramiento había pasado bloqueado por mí hasta hace poco.

Siguieron los talleres de baile y fuimos sacando poco a poco nuestra coreografía. Por mi parte, estaba súper feliz; estaba con Paco y estaba haciendo algo que me gustaba. Poco a poco el baile se fue convirtiendo en mi vida y yo no me daba cuenta; respiraba, comía, hacía baile. Mis tardes ya no eran de salir con mis amigos, sino de baile. Mis otros hobbies fueron suplantados por baile. Lo que leía ya no eran noticias, sino sobre (¡adivinaste!) baile. 

Mi familia me decía que yo pasaba mucho tiempo en esa actividad, pero a mí me valía. Ellos no comprendían que baile era mi futuro, que si no había baile, no había vida. Esperaba con ansias el viaje a Mérida para demostrar de qué estábamos hechos, y claro que pasaban por mi mente cosas como: ¿hará mucho calor? ¿vamos a hacer una buena presentación? ¿qué va a pasar si pasamos a la siguiente ronda? ¡claro que vamos a pasar! ¿o no?


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El susodicho viaje se acercaba poco a poco. Mi graduación también. Por obvias razones, le di más importancia al viaje, de él dependía mi futuro como bailarina, dependían mis sueños, dependía también el salir con Paco *wink, wink*. 

Los últimos días fueron de mucho estrés, pero al final llegó la hora. ¡Mérida era nuestro! Nos subimos al avión todo el equipo (sin instructores) y llegamos allá. Hacía un calor de la cola, peeeero estábamos en Mérida en lugar de estar en clases. Llegamos al hotel y ya estaban allí los otros concursantes y César y Paco. Ellos iban a dormir con mis dos amigos que también habían ido (sí, lo sé, sólo tres personas pudimos mantener el ritmo tan idiota/rápido que yo exigía). 

Vi a Paco... Su tez morena brillaba con el sudor y con el Sol; se veía extremadamente bien. Nos metimos al hotel y dejamos las cosas. Ese día todavía debíamos de practicar; yo y Ramón teníamos un solo en la canción, así que debíamos de practicar. Yo escogí (obviamente) que Paco me ayudara a practicar y Ramón se fue con César a practicar. Ellos fueron al lobby del hotel y yo fui al cuarto de Paco esperando que allí estuviera mi otro amigo, Hernie. 

Cuando abrió la puerta Paco vi que estaba solo; le iba a bailar a él solo... Que sexy y que raro...

Me hizo que repitiera la coreografía hasta que ya no tuviera errores, yo sudaba a montones; él se recostaba en la cama mientras me veía, yo trataba horriblemente de seguir el compás de la música y olvidarme que allí estábamos, solos. 

Para no hacer larga la historia, no pasamos a la siguiente ronda. Y con justa razón, a mitad de la coreografía Hernie se cayó del tapanco y Ramón también tratando de detener su caída. Así que allí estaba yo en medio del escenario sin mi equipo. 

Ese día fue muy duro, yo no quería ver a mi equipo porque por ellos habíamos perdidos, así que busqué refugio en Paco. Hablé sin parar y le dije que mi equipo era chafísima, y que más bien yo necesitaba alguien con su experiencia. Chillaba a montones, había trabajado mil por el viaje, y por culpa de otras personas, no había pasado.

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Regresamos del viaje y decidimos hacer nuestro equipo más formal. Íbamos a seguir ensayando para ir a otros concursos, para hacernos famosos. Seguíamos teniendo ensayos con Paco y César, y no sólo eso, yo hasta salía a solas con Paco. Y fue así como me enteré que Paco está casado y con dos hijas, una de 3 años y otra de 2. No le tomé importancia a ese hecho porque según yo no sentía nada por él. Pero cada vez que veía que su esposa lo iba a ver a los ensayos me sentía incómoda.

Así fue mi vida: baile, baile, baile, graduación, baile, baile, baile, baile, colapse.

Sí, leíste bien. Colapse. 

Antes de entrar a detalles a mi colapse, debo decirte que antes que yo, cayó Hernie, y antes de Hernie, cayó Ramón. Por lo tanto, ya solo estaba yo para hacerme famosa y seguir ir yendo a concursos y a viajar alrededor de México y el mundo. Fue entonces cuando decidí invitar a Paco a mi "equipo". Era una idea que había estado rondando en nuestra cabeza, y digo nuestra porque también la había discutido con Ramón y Hernie. Al final decidí que no podía estar sola y ganar un concurso, necesitaba a alguien que brillara igual o mejor que yo sobre la pista. Así que lo invité, y él aceptó.

Para esos días yo ya me sentía francamente mal. Tenía episodios de ansiedad que jamás, repito, jamás había sentido. Mi futuro me preocupaba, no sabía si debía de estudiar o mejor dedicarme de lleno al baile, no sabía qué hacer...

Hubo un día en el que colapsé porque me di cuenta que bailar ya no era algo que me gustara, sino una obligación, un deber, una profesión. Y pues no, si de algo me di cuenta es que bailar lo hago porque lo disfruto, no porque necesitara sacar dinero de eso. 

Mi ansiedad aumentaba al saber que Paco me estaba esperando cada día a las 4pm para practicar nuestra coreografía para el concurso que iba a ser dentro de un mes. 

Fue un mes muy horrible, pensaba cosas muy raras: "¿a qué me voy a dedicar?; no sé que me gusta, ni siquiera sé si el baile es lo mío; ¿qué me veo haciendo en 10 años?; ¿mi vida es productiva?; etc". Cualquier pensamiento equis lo hacía gigantesco y catastrófico. Traté de hablar de esto con Paco, y el me decía que la solución era bailar, que ya regresara, que todo iba a estar bien; la realidad era que yo me estaba muriendo y estaba considerando seriamente en dejar este mundo. 

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Un amigo me invitó a un campamento de jóvenes. Yo acepté porque no tenía nada que perder, digo, mi vida ya era un asco. Así que a los tres días salí con él al CJ. Fueron dos semanas de mucho trabajo interno; en estas dos semanas cambié mucho mi forma de ver la vida y me di cuenta de muchas cosas que había querido ocultar. 

El baile me había hecho daño y por lo tanto ya no quería continuar. Dejé pasar la competencia de baile... Dejé de hablarle a Paco...

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Con el tiempo me di cuenta que era una idiotez de parte mía no avisarle a Paco que ya no iba a seguir, que iba a darme un break de bailar/estarconél. Pero, poco a poco me di cuenta que yo sí quería seguir bailando, mas no con él.

Y tú dirás: "pues ya no practiques con él" pero lamentablemente no es así de fácil. Paco es hijo del dueño de una academia que se la pasa viajando de concurso a concurso. Es una academia reconocida internacionalmente, y renunciar a Paco sería renunciar a esta academia y a todo el apoyo que esta me podría proporcionar. 

Así que allí está mi dilema. Regresar o no regresar. Ser lastimada de nuevo o probar otras cosas. Seguir coqueteando con Paco o darme cuenta que llevo las de perder. Luchar por lo que quiero o dejarme vencer por un enamoramiento. 



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¡Eh! ¡Personita que me lee detrás de un aparato electrónico!

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¡Un gusto tenerte de nuevo por acá!